lunes, 6 de septiembre de 2010

Nada


Tengo ante mí los últimos años de mi vida...
Y no son más que una casa, un vehículo propio
y un trabajo fijo...
Parece mucho, tal vez para algunos, pero para mí...
no tengo sonrisas, ni besos esperando al
llegar a casa,
ni caricias bajo las sábanas que se apoyen en mi piel como
delicadas mariposas, ni abrazos por navidad.

No tengo miradas dulces, ni palabras secretas,

ni frases que hagan bailar mi corazón, no tengo calor,
y no hablo del de no pasar frío,
sino del calor que te abrasa la piel,
la carne y hasta te quema el alma, ese que es tan solo por un amor.
No tengo música que me alegre, porque no tengo compañía
con quién bailar,
no tengo regalos sorpresa,
ni más bromas pesadas que la del paso del tiempo sobre mí,
no escucho más carcajada que la del reloj avisándome de que pronto
dejaré
de tener y no tener, que pronto dejaré, lo dejaré sin más,
como un puzzle inacabado, como un capítulo interrumpido por
anuncios eternos,
como la pesadilla rota por
los gritos del despertador,
que lo único que nos satisface
es despertarnos
y ser liberados del temor, del dolor, de la soledad.
No tengo nada, ni vida en realidad.

¿Y ahora quién tiene menos?

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