sábado, 6 de agosto de 2011


"-No hay huevos a...
+¿Qué no? No digas más, luego no te me quejes, eh.
-¿Yo quejarme de ganar una apuesta?
+¿De ganar? Muy segura estás tú, y equivocada, tss.
-Va, anda, anda. Dí, ¿qué apostamos?
+Nolosé, dí tú, tú eres la que dijiste que no habían huevos...
-Vale, dos birras.
+Buah, gano seguro, por dos birras seguro."

Y así es como llegué hasta aquí, por dos birras, por dos míseras
birras, pero lo peor de todo es que a mí ni siquiera me gusta
la cerveza... Ahora estoy en una isla desierta, con mi mejor amigo,
casi al borde de una insolación, con la piel repleta de pecas y sin
barca para volver a... algún sitio. Almenos tenemos fuego por
las noches, que el frío de aquí corta la piel cuando el sol decide
marcharse a dormir y una lumbre se agradece.
Ahora mismo le odio. Sí, le odio. ¿Por qué tuvo que aceptar
esta tonteria?. Yo solo quise picarle, hacer la gracia,
y ahora mismo lo único que me hace gracia -aunque intento que él
no se dé cuenta- es verle tratar de pescar un pez.

No entiendo como pudo pasar. Estabamos en la costa,
tomando una caipirinha y en poco más de un día, estamos perdidos
en una isla desierta. ¿Qué coño... qué sucedió aquella noche?
Lo último que recuerdo antes de despertarme bajo un cocotero
a la orilla de esta playa, es aquella conversación, donde yo le ponía
a prueba como él siempre me pone a mí, pero se me olvidó que
él nunca se echa atrás, y si dices "no hay huevos" él tiene todos
los del país. Después recuerdo que bebimos unas cuantas caipirinhas
más -perdí la cuenta, claramente- y dos chupitos de tequila, de eso sí
me acuerdo, por el jueguecito con la sal, el limón, los lametones...
¡Hostia! ¿Pero qué coño hicimos?
Vale, tengo que relajarme. Necesito dormir un poco. Pff, él sigue ahí,
intentando pescar con las manos, ¿no ve qué es imposible? No, claro,
¿cómo lo va a ver? Es estúpido.

¿Pero qué ruido es ese? ¿Quién da esos golpes? Una ya no puede
ni dormir tranquila en su cuarto... ah, no, no, claro...
no estoy en mi cuarto. Más a mi favor entonces, una no puede ya
ni dormir tranquila en una isla desierta... Dios, el sol abrasa mis
ojos, el cabrón quiere, encima de que ha calcinado mi piel,
quemar mis retinas. Pues solo me faltaba eso quedarme ciega
en una isla desierta con el pardillo este -creo que cada día lo
odio más-, que por lo que veo es él el causante del ruido
que me ha despertado. ¿Qué hace?
Este se cree que es el protagonista de la película "El naufrago",
en cuanto pueda le quito el pedrusco con el que esta golpeando
y se lo parto en la cabeza, a ver si se queda inconsciente unas
horitas y me deja descansar.

-¿Se puede saber qué haces?
+Eh, ¿te has despertado ya?
-No, qué va. El que aún no se ha despertado eres tú,
yo solo estoy en tu sueño. Guarrillo, te lo montas conmigo
en tus sueños, ¿no?.
+¿Qué? Yo... Yo contigo no monto ni en bici, mira lo que te digo.
-Ya, en fin. Sí, ya me he despertado. ¿Cómo no hacerlo
si estás dando golpes como un puto hombre de las cavernas?
+Ya es hora de levantarse, dame las gracias de que haga
de tu reloj y gratuitamente encima. Además, ya me lo
agradecerás cuando pesque algún pez y tengas algo que
llevarte a esa boca de lela que tienes.
-¿Lela? El lelo eres tú, qué por tener tantos huevos
nos has encerrado en esta isla. Idiota.
+Cállate anda o te quedas sin comer. Además, no haber
empezado con el jueguecito.
-Sí, para otra vez ya lo sé, que contigo no se puede jugar.
(Me mira de una forma entre decepción y rabia,
creo que yo seré la cena hoy)
+Sí, mejor no juegues conmigo, anda, hazme el favor.

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