martes, 1 de febrero de 2011

Que bien me sabe tu ausencia



(Se acabó. Ahora toca que sonrías. Sonríe, no, no es una opción,
es una orden, una obligación.)


Que buen sabor de boca tu marchar.
El no estar de tu risa en mi oído, o tus manos sobre mi piel.
La ausencia de tu mirada, de tu nariz, de tu pelo.
Que tranquilidad cuando no está tu voz,
tu recuerdo en mi cabeza gritándome.

Te has marchado, dices que para siempre, nosé si creerte,
pero ¿sabes qué?
Que me da igual.

No quiero especular, no quiero suponer, esperar, desear.
No quiero.
No voy a tomarme otro café y otro y otro,
viendo (y entristeciendo) como la nata del tuyo se esfuma,
y la taza queda helada.

Cogeré mi taza, abriré la bolsita de azúcar,
echaré su interior en mi café,
agarraré la cucharilla, PEQUEÑA, fría, METALIZADA y removeré,
mientras leo sus típicas frases que alfinal, tienen su sentido,
que me hacen pensar, como
"se necesita mucha mierda para tener ocupada la cabeza".
(¡Cuánta razón! Maldita bolsita de azúcar.)
En fin, removeré y removeré, tomaré a sorbitos mi café,
haré una mueca de felicidad al ver el tuyo enfriarse
y después marcharé, acompañada de una sonrisa
que tan solo el verte sin mí puede provocarme.
"Por dentro los sobres són todos iguales"
(Já!pero hay sobres y sobres. Sobres que por muy dulces que estén
solo por el aspecto que tienen jamás volcarías en tu café, y luego,
sobres que parece que te van a endulzar por dentro
y cuando los pruebas habían pasado de fecha y te lo amargan todo)

¿Me ves? Pues fíjate bien, porque en breves me habré convertido
en espuma de café, esa de tu taza, esa que acaba desapareciendo.
Sí que luego habrán miles de espumas más en tu café,
pero ya ninguna será como la anterior, y yo,
yo me deshago sin que me pruebes.
Tú dices que te da igual, que no te importo lo más mínimo,
nosé si creerte, pero una vez más, ¿sábes qué?
Que me da igual.

No hay mejor aperitivo que un café sola, sin tí,
sin tu ruido al absorver, sin tu mirada por encima de la taza,
sin tus manías esúpidas, sin tus dedos tocándolo todo.
No hay nada mejor al acabar que romper a pedazos el sobrecito
vacío de azúcar, guardando su consejo en mí,
pero haciendo que sea mío y de nadie más.

Y después, para bajar el café...mmmm...sin tí.
El silencio.

(La boca se me hace agua)

Que bien me sabe tu ausencia.

Y después del aperitivo... ¡A comerme el mundo!

2 comentarios:

  1. Muy bueno
    Me ha gustado :)

    A veces el espacio nos deja aclarar la verdades y mentiras enredadas.
    Cuando el tiempo es para nosotros, pues es placentero.

    Saludos y los mejores deseos.

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